jueves, 13 de agosto de 2015

Capítulo 4. Amigos o enemigos

—Eso es inaceptable —protestó Robert—. Y supongo que por eso has comunicado con alguna de las empresas de tu familia y les has enviado instrucciones de fabricar nuevos equipos… ¡Pese a que te comprometiste en lo contrario al acceder al puesto!

—En las ciudades empezara a notarse la falta del fluido eléctrico —continuó José sin hacer caso del comentario de Witchmapell—, los equipos de transmisión de datos y las estaciones de la red, empezaran a dar los primeros errores de conexión, otras aun seguirán con el mensaje de en proceso y reintentándolo. En las estaciones secundarias menos cargadas empezaran a llegar los errores de la supuesta reserva, se preguntara si se prueba con otra mientras se reintenta…

Siguió desgranado una situación de desastre total al quedarse sin las comunicaciones y sin la mayoría de centros de decisión que dependían de las inteligencias artificiales. También avisó que, pese a la prohibición de implantes y similares en todo la Unión, un cinco por cien de la población estaba tan enganchada a la Red que habrían suicidios al pasar más de tres días sin ella. Robert y Kalinga empezaron a protestar.

—Naturalmente —cortó José— nuestros equipos tienen los discos de recarga para cada estación preparados. Pero para ello es preciso acceder a ellas y eso no siempre es fácil.

—Con lo cual —prosiguió Nadia— pasaran de tres a cuatro horas antes de que se pueda tomar cualquier decisión. Más aun, a falta de instrucciones y comunicaciones desde arriba, cuando nuestros equipos lleguen les dejaran paso libre.

—No. —respondió Kalinga—. No se puede entrar en ellas, al menos en la Federación y demás países de la CEI, salvo un Anochecer industrial personal concreto y autorizado y aun así es un protocolo lento.

—Os las instalamos nosotros ¿recuerdas? —le respondió Robert—. El método es el mismo.

—Sí. —aceptó José—. Por eso necesitamos de vuestra colaboración. La tuya, para las estaciones de la federación Rusa. —Señaló a Kalinga y luego apuntó con el dedo a Robert—. Y la tuya para las fuerzas armadas de la Unión. Solo con autorizaciones vuestras y habiendo firmado el contrato los equipos de Fénix Rojo podrán sustituir los router por unos a prueba del virus que se va a liberar.

—Bueno ¿y luego qué? —insistió el general—. ¿Has pesado como salir de ahí?

—¿Y quién necesita salir? —repuso José—, o mejor dicho ¿quién necesita entrar? Cierto que tenemos algunos equipos preparados por si hay que intervenir en alguna estación pero en general actuaremos a través de Fénix Azul, es decir a través de la red. Y los agentes que entren son prescindibles, por si hay algún error.

—¿Vas a enviar gente a la muerte después de cerrar la red? —se enfadó Robert—. ¿Y eso para qué?

—Y la Federación Rusa —añadió Trechnova—, o los Estados Unidos de América, no aceptarán que otros, que Europa en concreto, controle sus estaciones de reenvío. No podréis parar nuestra red y reiniciarla bajo vuestro control.

—Y… ¿Quién te ha dicho —replicó José— que este proyecto es de la Unión europea?

…………………………….

Bueno he vuelto. La verdad es que debía de haber escrito esto para la entrada anterior, pero como esa ya la tenía revisada y actualizada y solo faltaba subirla, lo dejé para esta ya que eso podía hacerlo con relativa rapidez.
Ahora ya he revisado un nuevo trozo, más de lo que parece, mucho más porque veréis que si lo comprarais con lo publicado hace mucho en fanfiction.es hay mucho trozo que desaparece, ya que he decidido eliminar algunas páginas que no aportan demasiado y dejar lo más esencial.

Ahora espero vuestros comentarios.

domingo, 2 de agosto de 2015

Capítulo 3. Anuncio del Caos



—Si —dijo José—, pero ese no es el problema. Cuando llegue el momento, una serie de programas piratas, que hemos construido, harán que se evacuen y cierren todas las subestaciones. El método será avisar de sobrecarga eléctrica (con peligro de incendio por cortocircuito) y del desvío, con éxito, de todo el tráfico de datos a otra subestación.
»La red tiene un fallo. Envía mensajes de evacuación y emergencia a los operadores, en caso de riesgo de destrucción, y luego redirecciona el tráfico. En ello tarda unos cinco a treinta segundos, dependiendo del tráfico de datos. Con una generación ficticia de mensajes esperamos subir ese tiempo hasta un minuto.
Los mismos programas piratas que van a generar el tráfico ficticio informaran al programa de seguridad de la sobrecarga. Este dará la alarma e iniciara el desvío del tráfico. Esto generara más tráfico de datos en la red ya que todas las comunicaciones deberán ser enviadas a la estación más cercana y se desconectara la recepción de nuevas comunicaciones, enviando error a los solicitantes para que intenten otra ruta. Este es el método normal, que funciona cuándo falla una estación. Pero, esta vez, no fallara una estación, sino que simultáneamente se dará la alarma en todas las estaciones y subestaciones de Europa, Norteamérica, Australia, Oriente Lejano y parte del cercano. Y os recuerdo que las subestaciones no solo son los retransmisores de la red, es decir los núcleos de las empresas de telefonía, sino también las centrales nucleares, térmicas e hidráulicas. La mayoría de los centros de producción de energía eléctrica están conectados como nodos de la red, de hecho un tercio del volumen de datos viaja por las líneas eléctricas. En las dos últimas se dejara de producir inmediatamente y en las nucleares se iniciara la parada de emergencia, con lo que el cese de la producción eléctrica será casi total en unas tres horas. En realidad casi nadie notara la caída de la red, porque todos estarán sin electricidad. Todos los satélites quedaran desconectados, al desconectarse sus estaciones de recepción, salvo los militares. Mientras, en estas y en todas las estaciones de datos, se empezaran a desconectar los monitores. Las estaciones quedaran aisladas del control humano, gobernadas únicamente por el programa de seguridad. Sin poder trabajar, incluso los más lentos iniciaran la evacuación.
»Será el caos. El fin de la sociedad tal como la conocemos… Y el triunfo de aquellos que estén preparados para afrontarlo.